Compartimos con ustedes el artículo escrito por Monseñor Julio Parrilla, Obispo de Loja, para Diario EL COMERCIO:
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Mons. Julio Parrilla |
¿Obispos metidos?
Resulta
sorprendente, mas no inesperada, la reacción del Gobierno a la
Declaración de los Obispos sobre la consulta. Una destacada asambleísta
de Alianza País declaraba: “Los obispos no tienen que meterse en
política; ellos deben de hablar sobre la Palabra". Que ella (y los que
piensan como ella) me disculpen, pero lo dicho es de una simpleza de
tomo y lomo, que choca con la experiencia evangélica y con los
principios más elementales de la doctrina de la Iglesia.
¿Los obispos no deben de meterse en política? Lo primero que hay que
aclarar es qué se entiende por política. Hay una política de partido,
de proyecto, de leal confrontación en la que los obispos no deben de
entrar. Es algo que pertenece a la autonomía de las relaciones humanas y
en lo que cada cual, fiel a su conciencia y a su ideario, tiene el
derecho de situarse y decidir en libertad. Pero hay una política
vinculada a la dignidad de la persona, al bien común, a la ética y a los
valores fundamentales (la justicia, la libertad, la dignidad de la
persona y de los pueblos), ante la cual los obispos no sólo tienen el
derecho sino la obligación de pronunciarse. El Santo Padre nos lo
recordaba: los obispos (cualquier creyente en cuanto tal) no pueden
vivir ajenos a las exigencias de la ética política y al dolor del
pueblo. Y es que hay valores irrenunciables ante los que ningún ser
humano (obispo o no) puede cerrar los ojos.
Guste o no al Gobierno el cuestionamiento que los obispos hacemos,
lo cierto es que hoy está en juego el modelo de Estado y la forma de
gobierno, la independencia de poderes, la libertad de expresión y la
autonomía del sistema judicial, elementos fundamentales del Estado de
Derecho. Los obispos a nadie decimos lo que tiene que hacer, pero sí
advertimos sobre la importancia de un voto que afecta a temas
fundamentales para la convivencia pacífica y en libertad de nuestro
pueblo. Lo importante no es sólo conocer las preguntas, sino saber "sus"
respuestas, qué piensa hacer en cada caso. Y es que, en política, un
cheque en blanco no se le debe de dar a nadie.
La eximia asambleísta de País utiliza las proposiciones de forma
reduccionista. Los obispos no debemos hablar sólo "sobre" la Palabra,
sino también "desde" ella. Desde la Palabra debemos de iluminar la
conciencia ética de nuestros hermanos y de cuantas personas de buena
voluntad quieran escucharnos, incluido el Gobierno. En lo referente a la
ética política, no es el poder lo que nos interesa, sino las personas,
el desarrollo social y la convivencia en democracia y en libertad. Si
algún día nos la quitan, seguiremos hablando de ella.
Leo estos días una provocadora autobiografía del querido y admirado
Mons. Leonidas Proaño, siempre crítico con el poder de turno: "La
vivencia de la fe lleva consigo una luz y una fuerza capaces de
aglutinar a los hombres y de transformarlos en constructores de una
sociedad nueva que plasme en la realidad los grandes valores del Reino".
Pues de eso se trata, de valores, no de otra cosa.