Somos Iglesia Ecuador

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miércoles, 22 de junio de 2011

Carta de Monseñor López al dar fin a su ayuno

Compartimos con ustedes las palabras de Monseñor López, Obispo Vicario Apostólico emérito de San  Miguel de Sucumbíos, en el día que puso fin a su ayuno por la Paz en la comunidad que sirvió por 40 años...
16 de Junio de 2011

A los hermanos Obispos del Ecuador y del mundo.
A los herman@s en la fe y ciudadan@s de Sucumbíos y de todo El Ecuador.
A todas las personas de buena voluntad.

PAZ EN EL SEÑOR:

Con fecha 24 de mayo pasado me comuniqué con ustedes para hacerles conocer mi propósito de iniciar en ese mismo día un ayuno personal durante tiempo no determinado buscando la reconciliación entre todos los herman@s de la provincia e iglesia de Sucumbíos, tan cruelmente partida desde finales del pasado año, y para que se curen las heridas abiertas y regrese la paz a aquella tierra, muy querida para mí.

Y hoy, en esta tarde del día 16 de junio, me alegra anunciarles que doy por concluido este tiempo de 24 días de ayuno y de bendición con la misma esperanza con que lo empecé, pues ya aparecen indicios y señales confiables y claros en Sucumbíos, de que van a enderezarse las cosas por el camino justo, abriendo de nuevo caminos de esperanza y concordia hacia esa paz ciudadana y eclesial, que venturosamente nos regaló el Señor en el nororiente durante las últimas décadas.

Por ello, muy de corazón doy gracias al Padre de toda bendición, así como a nuestra amada Mamita del Cisne, patrona tan querida de todos los sucumbienses. Y no puedo dejar de lado en esta hora de agradecimientos, a tantas personas particulares e instituciones de muchas partes del mundo, tanto de la Iglesia como del Estado y de otros ámbitos institucionales, que de mil modos expresaron su cariño y adhesión, no sólo conmigo sino también con la Iglesia y pueblo de Sucumbíos. Después de todo, fue únicamente un anhelo profundo de hermandad humana y cristiana, la que me movió a darle a Jesús y a mi pueblo esta muestra extrema de amor, ofreciéndole así todo lo que puedo darle desde mi pobre humanidad.

También nosotros los de Sucumbíos (como Jesús y los suyos), fuimos sacudidos por huracanes y tormentas inacabables, y alguna vez nos atrevimos a reclamarle a Jesús muy asustados, igual que lo hicieron aquellos discípulos atemorizados: ¿No te importa que naufraguemos? Y Él nos replicará: ¿Por qué son tan cobardes? ¿Aún no tienen fe? (Mc 4, 35 - 41)

Y aunque así haya podido sucedernos en ocasiones en medio de tanta turbulencias amenazantes, doy gracias al Padre y a su Hijo y Maestro nuestro JESÚS, sobre todo por ustedes, mis hermanos y hermanas pequeños de Sucumbíos, por ese ejemplo formidable de serenidad , fidelidad y fuerza, que le han dado a todas las Iglesias y al mundo, mostrando en su sencillez que otra Iglesia es posible y otro mundo es posible. Gracias sean dadas a Dios por todos ustedes, por mis hermanos y hermanas en el Carmelo, mis amigas y amigos, pero, atención: que la vía del retorno apenas ha comenzado.
 
 

Fr. Gonzalo López Marañón, Carmelita Descalzo

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